Finalmente, los aviones dejaron de carretear sobre las nubes. Ya estoy donde debía estar (y la verdad que, con tantos cambios y aeropuertos me suena extraño que mi equipaje y yo estemos juntos en este pueblo).
Por primera vez en mi vida, alguien con un cartelito de "Luciano Saracino" (si, escrito bien, aunque parezca increíble) me recibía. Caracas. El hotel se llamó Las Quince Letras (está todo tan bien pensado que se buscaron un hotel con un epíteto con la cantidad exacta de letras de mi nombre y apellido...).
A las nueve de la noche estaba planchado, intentando mentirle a mi cuerpo con un "más vale que te duermas y te olvides del calor que hace, que seguro que en el Amazonas va a ser mucho peor porque va a hacer calor pero con mosquitos, tarántulas y ratas de cincuenta kilos". A la medianoche golpearon mi puerta y yo pensé: "cagamos..." (por algún extraño motivo en mi programación, siempre que golpean mi puerta a esa hora pienso aquello). Pero no. Se trataba del escritor Javier Chiabrando, que recién llegaba a Caracas y venía a cumplir la promesa de "a ver si nos conocemos un día de estos". Nos quedamos charlando un rato y ahí ya no pude volver a dormirme.
A las cinco de la mañana comencé otra vez una odisea de dos aviones (¡el segundo con sólo seis butacas!) que me trajo a Apure, primer punto de mi "gira" y donde mañana debo decir unas palabras de inauguración a la feria. ¿Miedo? Si.
Anécdota: Me estaba tomando un café con quien es el encargado de "guiarme" y, como si de un golpe comando se tratara, un equipo de señoritas se metió en el bar jeringas en mano y al rito de "¡a vacunarse contra la rubeola y el sarampión!"
Por supuesto que opuse toda la resistencia que pude, pero finalmente las malditas se salieron con la suya y me inyectaron vaya a saber qué cosa chavista en mis venas blandengues.
¡Lo más extraño es que todo el mundo se mostraba de lo más familiarizado con aquello!.
Luego, en una librería, la misma cantinela (tuve que sacar un cartelito que me dieron para que no me pinchen de nuevo). Un hombre que se ganó mi confianza me tranquilizó con un "mejor pinchado que muerto". Imagínense mi cara.
Sobre lo que puedo oler del momento político: aquí la gente es fanática de Hugo o odia a Hugo. Es notable ver los noticieros: Telesur con las cosas que ya conocemos de allá y los canales de la contra dando palos a más no poder. Intento buscar medias tintas.
No encuentro.
PD: hasta ahora solamente vi una iguana de unos dos metros. Nada de ratas de cincuenta kilos por la cercanía. Pero cuando le pregunto al respecto a la gente acerca del asunto que tan preocupado me tiene desde Buenos Aires, me responden "ah! eso en el Amazonas. Por acá no". Yo trago saliva y cuento con los dedos. Cuatro días.